> Miguel Garví, escritor: diciembre 2015

lunes, 28 de diciembre de 2015

LA ESPAÑA ACOMPLEJADA, las minorías.


Cuando íbamos a la escuela nos decían que 5 era más que 1, y nos lo creíamos, vamos... contando con los dedos es así. He hecho la prueba y es verdad. Pero de repente en España se ha producido un hecho insólito, no contamos igual que en Europa, y mucho menos que en el resto del mundo, y eso que el resto del mundo hay países muy avanzados en todas las materias. 

Pues bien, aquí, uno es más que cinco. Los que tienen uno mandan más que los que tienen cinco. Las minorías gobiernan a las mayorías. Esto, sin duda, es un fenómeno a estudiar.

¡Vamos a ver! ¿Si somos más por qué razón les tenemos miedo a los que son menos? Es una cuestión de complejos, diría un psicólogo. 

Con los últimos acontecimientos que están ocurriendo en España, es necesario y preciso, salir ya a la calle y decir ¡Basta ya! ¡Hasta aquí hemos llegado! ¿Cómo se puede consentir en una democracia que partidos políticos que han obtenido votos para ser terceros o cuantos pretendan gobernar? ¿En qué democracia se ha visto esto? En ninguna, ni tan siquiera en los países subdesarrollados, en las repúblicas bananeras, ocurren estas cosas. 

En Castilla la Mancha, hace tan solo unos meses, un partido con un solo diputado, se ha convertido en la llave de la gobernabilidad de esta Región. Un diputado "podemita" está haciendo pasar por el aro a toda una Comunidad Autónoma. ¿Eso es democracia? o ¿es más bien totalitarismo?

Lógicamente todo lo que está ocurriendo es fruto de la escasez de miras de nuestros políticos, la falta de sentido de Estado, que nos va a conducir, más pronto que tarde, a la década de los 90. Retrocederemos en todo, economía, libertades, bienestar social y por supuesto en democracia.

A estas alturas y luego de dos elecciones casi seguidas, las autonómicas y municipales, con las generales hace tan solo unos días, pues visto lo visto que pasaría si en las próximas elecciones todos votásemos en blanco. Ya está demostrado que nuestros votos no sirven para nada. Una vez que "trincan" el acta de diputado, el pueblo no cuenta, es más hasta se tiene la sensación de que te miran con desprecio. Piensan hay cuatro años por delante para volver a sonreír.

Mucho me temo que las cosas tienen que cambiar. Así no podemos seguir "queridos políticos". Dejad de miraros el ombligo, dejad vuestros egoísmos y levantad la frente y mirad alto; España es más importante que vosotros.

viernes, 25 de diciembre de 2015

DESDE LA SERENIDAD Y LA FIRMEZA


Desde la serenidad de haber transcurrido 24 horas y desde la firmeza en las convicciones personales. Hoy sin lugar a dudas me siento orgulloso de su Majestad Felipe VI y del discurso pronunciado anoche con motivo del tradicional mensaje de Navidad al Pueblo Español.
Fue un mensaje sereno y tranquilo, no pudo decir más de lo que dijo, ni menos tampoco. Si todos los políticos fuesen capaces de hablar con la claridad, rotundidad y teniendo las ideas claras, llamando al pan, pan y al vino, vino, yo me sentiría orgulloso de esos políticos.
Pero no me puedo sentir orgulloso de ninguno de ellos. De ninguno, sí. De los que he votado y de los que no he votado. Todos han demostrado que vienen a lo mismo, a servirse de la política. ¡Ojo! no estoy diciendo que todos vienen a robar. No. Vienen a servirse de la política para sus fines personales. Tener poder; que gran palabra, que el pueblo te haga una inclinación de cabeza, que te tengan miedo, que tus deseos sean órdenes. Mas no, "amigo" político a ESPAÑA, con mayúsculas, se le sirve, al pueblo se le sirve, a cambio de unas prebendas, faltaría más, demasiadas, incluso, diría yo para la valía de más de uno.
Anoche, su Majestad, nos dio una lección de democracia, como no había hecho anteriormente ningún Jefe de Estado. Os dijo en vuestras caras que por encima de España ni tan siquiera está Él, y mucho menos vosotros. Si no sois malos entendedores, os dijo que sois unos egoístas, por anteponer vuestros vuestras ideas personales y de partido, ante el bienestar y la vida de los Españoles, esos que tan solo hace unos días os votamos en la seguridad de que os dedicaríais a trabajar sin denuedo por nuestros derechos y para sacar a este País adelante.
A mí en los años de trabajador por cuenta ajena, jamás ningún jefe me sacó los colores llamándome la atención. Ayer, a vosotros, si os los sacaron. A mí se me hubiese caído la cara de vergüenza, pero a vosotros parece ser que no. Es más, hasta alguno se ha puesto gallito y se atreve a contestar diciendo que vulnera sus derechos, o sandeces parecidas.
Os hemos votado para que trabajéis por España, por nosotros, dejaos de cuestiones partidistas y poneos a trabajar para no volver a caer en el pozo del que estamos a punto de salir.
Y por último, recordad que las urnas, afortunadamente, siguen estando ahí.

domingo, 20 de diciembre de 2015

LA ESPAÑA ACOMPLEJADA



No es la primera vez que comienzo un artículo diciendo que España es un país acomplejado. Sí, es cierto, tenemos muchos y profundos complejos, que hasta el mejor psiquiatra no sabría resolver a corto plazo, y sin medidas traumáticas.
Uno de estos complejos y nadie me lo podrá negar, es la vergüenza que sentimos por lo español, por la identidad, pero con mayúsculas. No me vale la identidad facilona de los partidos de la selección de fútbol, la tan mal llamada "roja", después lanzaré un dardo sobre ella. Como decía no me vale ese patriotismo de unas horas o incluso de unos días, mientras dura el Europeo o el Mundial.
Busco y no encuentro esa sensación de sentirse orgulloso de lo que somos y representamos, de lo que hemos sido y con seguridad vamos a ser.
Cuando contemplo algunas películas americanas donde se ven casitas unifamiliares, con un pequeño jardín, y en él un mástil con la bandera de barras y estrellas, siento una envidia sana. No voy a entrar a juzgar como es el pueblo americano, seguro que habría adjetivos para todos los gustos, pero sí, de alguna manera, siento envidia de ver como sienten su bandera y su himno. 
Y hablo de los americanos, quizás, porque son los más cercanos a nosotros por las miles de películas que nos hemos tragado. Podría hablar de otros muchos países, algunos tan cercanos como Francia, Italia, Reino Unido...
¡Qué voy a decir al lector que no sepa! Pero ¿Por qué razón nos avergonzamos de nuestro himno, que lo silbamos? Es vergonzante ver como lo abuchean en las competiciones deportivas, cuando suena por exigencia de las federaciones internacionales, que por si por la nuestra fuera, nada de nada.
Ahora que hemos estado en campaña electoral, ¿se imagina el lector, que de repente, en medio de la oratoria del líder, sonara el himno de España? ¿Es Vd. capaz de imaginarlo? ¿Cómo sería la reacción de ese líder? ¿Y del público? y me da igual el partido político que se tratase. Quizás la cosa podría terminar en un serio altercado público.
¿Somos entonces apátridas? Ni tan siquiera somos eso, al menos seríamos algo. No nos sentimos representados por nuestro himno y nuestra bandera, tampoco por la Comunidad Autónoma, salvo excepciones que es mejor no comentar. ¿Podemos libremente lucir en la solapa un pin con la bandera de España? Seguro que alguien  nos dirá que somos unos fachas. ¿Unos fachas, por qué? ¿Entonces que nos está pasando? ¿Toda nuestra historia no vale para nada?
Cuando hablaba de las selecciones nacionales decía que lanzaría un dardo, no venenoso pero sí algo emponzoñado. ¿Es de recibo ver a unos "niñatos" abrazados mientras suena el himno nacional? No, por supuesto que no. La culpa no la tienen ellos, al menos no toda, pues las enseñanzas que han recibido no son, como diría, del todo correctas. La culpa la tienen las diferentes federaciones deportivas que son incapaces de corregir. El himno nacional se oye en posición de firmes, o, si queremos un poco relajados, pero con respeto, pero no abrazados como un grupo de amiguetes en el bar, el cachondeo luego, si es que se gana. Yo solo les pido una cosa, que piensen que ese momento representan a un País, y con mayúsculas, a todos y cada uno de los que aquí viven. Si la grada viese en esos "niños" otra actitud, quizás, ellos serían más respetuosos.
Toda esta explicación viene a cuento de los trágicos sucesos de París, donde murieron tantas personas inocentes. En ese mismo instante todas las redes sociales se llenaron de la famosa frase "Je suis Paris" y a mí que quieren que les diga, pues me pareció bien, muy bien incluso. Pero unos días más tarde España es golpeada por un grupo radical, me da igual quien fuese, la embajada de España en Kabul es territorio español, y allí murieron dos policías españoles. ¿Cuantas personas salieron a las redes sociales diciendo "Yo soy español" "yo soy policía". Pocas, muy pocas diría yo. ¡Ahí está el complejo!
Vamos a hacer un pequeño esfuerzo y sintámonos españoles, no por un día, si no por siempre, o al menos respetemos a aquellos que se sienten orgullosos de su bandera y su himno.

jueves, 17 de diciembre de 2015

AL FINAL, VOLVEMOS AL PRINCIPIO


Cosa grave fue la que ocurrió ayer en Pontevedra. Muy grave diría yo. Agredir a la segunda autoridad de un país es un hecho excepcional. Pero más grave, aun, si cabe, es que el agresor fuera un menor de edad. Un niñato que debería estar estudiando en su casa a la hora que ocurrió el atentado. Porque fue un atentado, lo queramos o no, se le quiera quitar importancia, limar asperezas, que para todo hay en la viña del Señor.

Me refiero, ahora, al título que le he dado al artículo. ¿Y cuál es el principio?, se preguntará Vd. Pues ni más ni menos que la educación. Sí la EDUCACIÓN con mayúsculas, esa capa que nos debería cobijar a todos, pero que lamento decirlo, está dejando de existir en algunas personas y en otras se está volviendo delgada, casi transparente, diría yo.

Viene siendo una constante y hasta un clásico el referirme a la educación. Para mí es la piedra angular sobre la que se construye la sociedad. Pero esa piedra angular, o bien desapareció, o, bien tiene defectos. En cualquier caso, hará que fracase el edificio y se hundirá más pronto que tarde.

Para encontrar el origen del problema no es necesario remontarnos muchos años atrás. Solo unas décadas son suficientes. Con la llegada de la democracia, cosa importante esa, algunos partidos políticos nos gravaron a fuego la desaparición del principio de autoridad. Autoridad que a muchos padres les vino muy bien delegar la educación en los maestros, y quitarse ellos el problema. Pero los maestros no están para educar, están para formar al niño. La educación es obligación única y obligatoriamente de los padres. Pero claro es más fácil dejar al niño en su habitación con el ordenador, la play, el móvil... que se entretenga y nos deje tranquilos; y luego vienen las consecuencias. No quiero decir que todos los niños son agresores en potencia, pero si no se les educa en unos principios, se puede llegar a serlo. Quizás no sean capaces de hacer algo tan grave como el hecho que comentamos, pero si de algunos actos no por menos graves. Mire el lector a su alrededor, si tan solo le dedica un minuto, observará cosas que no son de recibo. No se respetada nada, la gente está como desquiciada, no se puede hacer el más mínimo comentario sin ser insultados e incluso agredidos.

España es un país acomplejado, y uno de esos, es el problema de los menores. La Ley del Menor. Una chapuza de nuestros políticos que llevará este asunto, según los juristas, a una pena máxima de dos años de reclusión en un reformatorio, que en la práctica se convertirá en menos de un año. ¿Es, o no, una vergüenza? Pues así están las cosas.