> Miguel Garví, escritor: HA MUERTO UN PRESIDENTE, HA MUERTO UN POLICIA

jueves, 23 de julio de 2015

HA MUERTO UN PRESIDENTE, HA MUERTO UN POLICIA



Hoy la edición de La Tribuna de Albacete, da cuenta del fallecimiento de Constantino González, funcionario jubilado del Cuerpo Nacional de Policía y durante bastantes años, los más duros sin duda, presidente de la plaza de toros de Albacete.

Un excelente artículo de Pedro Belmonte, nos recuerda quien fue Constantino González, su semblanza como presidente de esta plaza de toros. Relata,  con detalle, como este hombre consiguió dar prestigio y realce a los toros en Albacete. Hasta su llegada, esta plaza era la comidilla de todos los taurinos y toreros. Los empresarios encontraron campo abonado para sus “travesuras”, sin complejos se lidiaban es esta plaza los deshechos de otras. Se repartían trofeos por doquier y la puerta grande se abría de una forma fácil.

Yo fui aficionado y dejé de asistir a los espectáculos, nunca mejor dicho, que se presenciaban en el ruedo y fuera de él. Este hombre se enfrentó a las poderosas “castas” de empresarios que gobernaban el mundo del toro. Fue capaz, incluso, de suspender una corrida en plena feria de septiembre, por la lamentable presencia de los toros.

Su marcha de Albacete, por motivos profesionales, le llevó hasta Valencia. Allí también se enfrentó a la “casta” y un politicastro le apartó de la presidencia de esta plaza. Se le solicitó la vuelta al palco, pero exigió se retractase este político, cosa que no hizo, ante lo cual, Constantino, hombre íntegro, se negó a volver a presidir la plaza de toros de Valencia.

Constantino González


En el momento de leer este artículo me ha venido a la memoria cuando conocí a Constantino. Fue en el ámbito de su faceta de policía, soy ajeno a este mundo, pero este hombre en unión a otro compañero, que desconozco su nombre, pero que prometo que la primera vez que le vea por la calle, le saludaré. Como decía estos dos policías se turnaban para escoltar el traslado de la recaudación de las “quinielas”, todos los sábados por la noche, desde la delegación de éstas, en un sótano del Pasaje de Lodares  hasta la sede del Banco de Albacete en la calle de Tesifonte Gallego. Eran apenas trescientos metros, pero el riesgo importante. Una maleta llena de billetes, una cantidad grande de dinero para la época, hablo de los años 70. La persona que transportaba la maleta era un empleado del Banco de Albacete, mi Padre, Pepe Garví. Yo le acompañé en un par de ocasiones y hoy se me pone el vello de punta al pensar en aquella barbaridad, desde la perspectiva que me da los años trabajados en la banca. Actualmente sería impensable tal cosa. Un empleado de banca y un policía de paisano transportando un sábado por la noche una barbaridad de dinero. Recuerdo a Constantino perfectamente, alto, delgado, unos treinta años, con traje y corbata como mandaban los cánones de aquella época para los funcionarios del Cuerpo General de Policía, y cuando hacía frio, su inseparable gabardina de color gris.


Estos dos policías terminaban su servicio al llegar al banco, pero su generosidad hacía que acompañaran a mi Padre hasta su domicilio. Desconozco si les retribuían este servicio, desde aquí hoy les doy las gracias a los dos. Descansa en paz, Constantino. 

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