Eloy
Miguel Cebrián Burgos, estamos sin duda ante uno de los escritores más
prolíficos y más laureados. Nacido en Albacete en 1963, se licenció en
Filología y es profesor en un instituto de Albacete.
Su
actividad literaria abarca la novela para adultos y la narrativa juvenil. Para
los jóvenes ha escrito Bajo la fría luz de octubre (Premio Jaén), Bucéfalo,
memorias del caballo de Alejandro, Operación Beowulf y ¿Por qué se fastidia
todo al cumplir los 17? En cuanto a su producción para adultos, destacan las
novelas El fotógrafo que hacía belenes (Premio Francisco Umbral), Los fantasmas
de Edimburgo, Madrid, 1605 (escrita en colaboración con Francisco Mendoza), y
su continuación, Madrid, 1616. Su última novela es El juego de los muertos, una
historia de género fantástico en torno al mundo del espiritismo. Como autor de
narrativa breve ha recibido numerosos galardones. Sus relatos se han recogido
en los libros Las luciérnagas y 20 cuentos más y Comunión, y figuran en
importantes antologías del relato español contemporáneo. Sus colaboraciones
semanales en prensa han aparecido recopiladas en los dos volúmenes de La Ley de
Murphy. Es, además, traductor literario ocasional y desde el 2000 codirige la
revista de creación literaria El Problema de Yorick.
Ha
sido un detalle el hacerme un hueco entre su labor docente y su actividad
literaria para contestar algunas preguntas que, seguro, serán de interés para
sus lectores.
¿Dónde vas a buscar tus
historias, dónde te inspiras?
R:
Es difícil responder a eso. Tendría que buscar la respuesta libro por libro,
historia por historia. En general, busco inspiración en la vida, en lo que me
rodea, en la experiencia, en la observación, en la memoria. También, por
supuesto, en libros leídos, en la prensa, en historias oídas por la radio
(escucho mucho la radio) o la televisión. La propia vida y las vidas ajenas
están llenas de historias que se pueden convertir en literatura. Parte del aprendizaje
del trabajo de escribir consiste en aprender a reconocer una buena historia en
potencia cuando uno se la topa. Hay que procurar estar atento para que no se
escape ninguna. Un narrador tiene algo de espía.
¿Cómo y dónde se deben de
leer tus libros?
R:
Uf. Eso depende de cada cual. Bastante trabajo supone atraer a un lector a uno
de tus libros como para encima dictarle cómo y cuándo debe leerlo. Los libros
no deben venir con folleto de instrucciones. Si acaso, yo recomiendo un lugar
cómodo y bien iluminado. El cuarto de baño también puede ser un estupendo lugar
de lectura. Tengo un par de libros de artículos que siempre recomiendo dejar
junto a la taza del váter, porque la lectura de cada artículo no lleva más de
tres o cuatro minutos.
¿Tus historias tienen un trasfondo social? O
por el contrario ¿Te gusta crear el fondo de la historia?
R:
Depende de lo que se entienda por un trasfondo social. En el caso de “Bajo la
fría luz de octubre” sí que había un fondo histórico y social concreto (la
ciudad de Albacete en los años de la guerra civil y la posguerra). Lo que está
claro es que cualquier historia necesita un escenario bien definido para que
resulte verosímil a los lectores. Yo procuro trabajar estos escenarios lo mejor
posible. La verosimilitud en literatura está en los detalles.
Tus personajes cobran
vida. ¿Te llegan a influir, de alguna manera, en tu vida personal?
R:
Mientras escribe, uno nota si los personajes han cobrado vida o si son
únicamente un montón de palabras inertes. Si ocurre lo segundo, mal asunto,
porque los lectores nunca se identificarán con un personaje al que no has
logrado insuflar vida y realidad. En cuanto si han llegado a influir en mí, yo
diría más bien lo contrario. Como todos los escritores, construyo a mis
personajes con trozos de mí mismo, por lo tanto soy yo quien influyo en ellos,
aunque a veces trate de disimularlo a toda costa.
¿Y después del último
libro, qué proyectos hay?
R:
Siempre hay otros libros en el horizonte. Procuro aprovechar mis períodos
vacacionales para emprender proyectos nuevos, como ocurre ahora mismo. Estoy
con una nueva novela de intriga, un “thriller” en clave de sátira sobre los
concursos de televisión. De paso, he recuperado a algunos personajes de una
novela anterior: “El fotógrafo que hacía belenes”. Espero tenerla terminada
antes de que acabe el año. Después tengo un proyecto en conjunto con Antonio
García Muñoz, el cofundador de El Problema de Yorick, pero es un poco pronto
para hablar de eso.
¿Qué novela de las que
hay escritas te hubiese gustado escribir y por qué?
R:
Como escritor que soy, todos los libros que me apasionan me producen una
intensa sensación de envidia, a la vez que una frustración lacerante al pensar
que nunca seré capaz de escribir algo tan bueno. Por mi estilo, mi sentido del
humor y mi mundo literario, me habría gustado escribir “La conjura de los
necios”, de John Kennedy Toole. Sin embargo, Toole no llegó a ver publicado su
novela en vida. La frustración lo llevó al suicidio y el libro se publicó más
de diez años después de su muerte, por insistencia de su madre. Casi de
inmediato, se convirtió en un clásico americano. Así de injusto es el mundo
literario.
¿Cómo escritor, cómo ves
el panorama literario español?
R:
Lo veo mal, difícil. Las editoriales cada vez se arriesgan menos con los nuevos
autores y apuestan por libros ajenos a la literatura (¿acaso hacen falta tantos
libros de cocina o de autoayuda?). Se va sobre seguro. Se publican muchas obras
traducidas que ya han tenido éxito en otros países. O, lo que es peor, libros
cuyos autores son rostros célebres de la televisión, ya sea en los telediarios
o en los programas de telebasura (el caso de Belén Esteban y su biografía es
paradigmático, pero cada vez vemos más novelas firmadas por famosos y
famosillos). Todo esto crea un entorno muy hostil para los autores emergentes,
que en muchos casos se tienen que conformar con publicar en Amazon, lo que no
me parece una buena salida en absoluto. En general, prima lo superficial y lo
facilón. Y la falta de calidad es la tónica general. Siempre ha habido
literatura de consumo, pero hoy ese tipo de libros barre con todo. ¿Cuándo se
ha publicado tanta novela romántica, por ejemplo? Géneros aparte, la calidad de
esos libros suele ser execrable. Para más inri, cada libro que tiene éxito
genera un aluvión de imitaciones. Todo eso satura el mercado editorial de
basura y apenas deja sitio para la calidad y la innovación. La excepción serían
las editoriales independientes, como por ejemplo Impedimenta, Salto de Página,
Candaya… Pero lo tienen realmente difícil para sobrevivir.
¿Y la situación cultural
de Albacete?
R;
En Albacete hay muy buenos escritores, sobre todo poetas. Pero cualquiera que
quiera hacer una carrera literaria seria, tiene que mirar hacia afuera. A pesar
de la facilidad de las comunicaciones y las nuevas tecnologías, vivir en
Albacete sigue siendo una desventaja, pues el mundo literario es muy pequeño, y
las relaciones personales juegan un papel muy importante. Sin embargo, lo que
perdemos por nuestro relativo aislamiento, lo ganamos en tiempo y calidad de
vida, por lo que creo que Albacete es una ciudad que te da mucho más de lo que
te quita. En cuanto al apoyo de las instituciones a los creadores de la ciudad,
me parece escaso o nulo, aunque a estas alturas tampoco esperamos mucho. Un
caso muy evidente es la “Primavera cervantina” que ha programado recientemente
el ayuntamiento. Varios autores de Albacete hemos escrito y publicado obras
relacionadas de una manera muy estrecha con Cervantes (en mi caso, dos novelas).
Pues bien, no se contó con nosotros en ninguno de los actos que se organizaron.
Lamentable.
Y para terminar esta
primera fase: una recomendación a los lectores, que seguro leerán esta
entrevista.
R:
De momento, la novela que más he disfrutado este verano es “El libro de los
Baltimore”, de Jöel Dicker. Bien construida, entretenida, absorbente. En fin,
creo que reúne todos los componentes que le pedimos a un libro cuando lo que
buscamos es simplemente diversión.
En
esta segunda parte de la entrevista, me gustaría tocar el plano personal, para
que te conozcan un poco más tus lectores.
¿Cuándo y dónde escribes?
R:
Mi momento favorito, cuando las ideas acuden con más facilidad y los dedos
parecen volar sobre el teclado, son las mañanas. Por las tardes todo se vuelve
más lento, más lánguido. Me refiero al verano, claro. Durante el curso
académico, cuando estoy trabajando, tengo que conformarme con las tardes, con
los huecos que me deja el trabajo de corrección y de preparación de clases.
Nunca escribo de noche.
¿Tienes manías a la hora
de escribir, como algunos escritores?
R:
Si pedirle a la familia que te dejen tranquilo y que procuren interrumpir lo
menos posible es una manía, esa sería la única que tengo.
¿Existe el folio en
blanco?
R:
Creo que lo del pánico ante el folio en blanco y el bloqueo del escritor son
mitos. Un escritor con experiencia y oficio, se sienta y escribe. Sin más. No
es posible mantener un nivel de calidad homogéneo, pero nunca me he sentido
bloqueado. Si en algún momento no tengo nada que decir, no escribir es siempre
una opción, y más cuando hay tantísimas cosas buenas pendientes de leer.
Conviene despejar mitos sobre este trabajo. En el fondo no es más que una
técnica, una artesanía. Una vez di una charla en Ossa de Montiel, donde se hace
mucho encaje de bolillos. Una señora me dijo que le parecía dificilísimo crear
una historia y contarla de un modo interesante. Yo le pregunté si hacía encaje
de bolillos y ella respondió que sí, que lo hacía desde niña. Le dije que eso
me parecía mucho más difícil que escribir.
¿Qué le pedirías a una
editorial?
R;
Que respondan cuando contactas con ellos, que respeten tus decisiones en el
aspecto creativo y que te liquiden los derechos de autor con puntualidad y
honradez.
¿Prefieres ser publicado
o autopublicado?
R:
Publicado, por supuesto. He recurrido también a la autopublicación más o menos
encubierta, pero suele ser un callejón sin salida. Sin una infraestructura
empresarial detrás, una distribución y cierto grado de promoción, es muy
difícil que un libro se conozca.
Eres un escritor de
diversos géneros, fantasía, terror, suspense, infantil y juvenil. ¿Te has
planteado escribir sobre otro género?
R:
Sí. Tengo en mente escribir una novela de género erótico. Me parece todo un
desafío.
¿A tu juicio, qué debe
tener un libro para que enganche al lector?
R:
No es posible generalizar en este asunto, porque cada lector tiene sus gustos,
que dependen de su sensibilidad, de su formación, de su experiencia como lector
y de muchos otros factores. Yo procuro, ante todo, que lo que escribo me
satisfaga a mí. El lector que tengo en mente a la hora de escribir comparte mis
gustos y mi nivel de exigencia. De hecho, el lector que tengo en mente a la
hora de escribir soy yo mismo.
¿Cuáles son en tu
opinión, los tres libros que no deben faltar en una biblioteca?
R:
Un buen diccionario, la edición de los cuentos completos de Borges y (puesto
que me das a elegir) una de mis novelas. Por ejemplo, “Los fantasmas de
Edimburgo”.
Pues
hasta aquí la entrevista que hemos mantenido con el escritor Eloy M. Cebrián.
Muchas gracias por habernos dedicado estos minutos y esperamos que sirvan para
tus lectores te conozcan mejor. Muchos éxitos con tus obras.
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