> Miguel Garví, escritor: HOY ENTREVISTA CON, JESÚS DE MATIAS

martes, 2 de mayo de 2017

HOY ENTREVISTA CON, JESÚS DE MATIAS

Jesús de Matías, el escritor
Jesús de Matías Batalla es un escritor nacido en Alcalá de Henares, cuna de las letras, patria chica de Cervantes, en 1988, de profesión periodista. Ha desarrollado su carrera en la agencia Europa Press, Radio Exterior de España y colaborador de la revista Actualidad Económica.

Su carrera literaria comenzó bien joven, ganando el 2º premio del III certamen literario Ciudad del Aire de Alcalá de Henares con los poemas “A un niño’, ‘A un viejo’ y ‘El final del camino”.
Ha sido finalista en el año 2016 del I certamen de relato corto ‘Pluma de Cigüeña’ con el relato “El Rey debe morir”. Este mismo año publica “Los versos del destierro”.
Cuenta con otras publicaciones individuales y colectivas como, Antología Refugiados con los poemas “Himno a la vergüenza” y “A toda la humanidad”. Antología No me silencies con el poema “Una rosa sin dueño, una rosa sin miedo”. Un sueño dentro de un sueño en el volumen IV de Generación Subway de Playa de Ákaba. Antología de relatos eróticos, con “Cuando el amor se pega a la piel”,
En febrero de 2017 publica su primera novela, “El último nazi irlandés” una novela de género negro, ambientada en Irlanda y como trasfondo la situación de la independencia de Irlanda en el oscuro mundo del terrorismo del IRA.

Periodista acostumbrado a pedir entrevistas es, hoy, el que la concede con sumo gusto.



¿Dónde vas a buscar tus historias, dónde te inspiras?
Contestar a esta primera pregunta es difícil. La inspiración llega cuando quiere y el lugar donde se encuentran las historias depende de ella, así como de la observación de la realidad. La inspiración no es un resorte mental que sea siempre igual. Para mis poemas, la inspiración llega de repente y aprovecho ese momento. No soy un poeta que habitualmente (sí sucede en ocasiones, por supuesto) se inspire en lo que ve en su entorno para escribir un poema, mi poesía es mucho más íntima e intimista. Eso es lo que ha ocurrido con mi poemario ‘Los versos del destierro’ (Playa de Ákaba, 2016). Busco en mi interior qué siento y podría contar en un poema y cuando encuentro un hilo en la madeja, tiro de él y veo hasta dónde puede llegar. El ejercicio poético que, hasta ahora, me caracteriza, es el de un poeta impulsivo, no preciso meditar un poema para escribirlo. Eso no quita que para escribirlo necesite horas, sobre todo si se trata de sonetos. Porque en el verso rimado/medido, además de inspiración, cuenta mucho la técnica necesaria para cada tipo de estrofa.
Para la narrativa es distinto, la inspiración y dónde encuentro las historias depende de cada situación y necesito un recorrido temporal más amplio. Para algunos de mis relatos he encontrado inspiración en el hecho de rendir homenaje a otros escritores como Edgar Allan Poe o Julio Cortázar: leer sus obras es lo que me inspira para crear una narración que les rinda homenaje. En otras ocasiones, es mi experiencia vital en Alcalá de Henares, Madrid u otras ciudades la que me allana el camino y me inocula en vena la inspiración. Por ejemplo, ver a tres chavales montando en bicicleta por un carril-bici y que uno, algo más mayor, le diga a los otros dos cuándo van a decidirse a ir a “la casa del loco”, me ha servido para un relato titulado, precisamente, ‘La casa del loco’.
Los escritores, como cualquier ser humano, somos observadores de la realidad. De lo que nos rodea obtenemos inspiración, ideas, localizaciones para nuestras obras literarias. Y de esa realidad, en la que se incluyen las lecturas que hacemos, surgen ideas. Este es el caso de mi novela ‘El último nazi irlandés’ (PiEdiciones, 2017): en 2010-2011 yo tenía en mente escribir la historia de un asesino en serie y la realidad, leer ‘El sueño del celta’ de Mario Vargas Llosa, me llevó inmediatamente a la investigación de la Irlanda de la II Guerra Mundial para ambientar allí mi novela. Una idea se convierte en realidad a través de un libro que he leído, que me ha llevado a preguntarme qué ocurrió en este país en ese determinado momento de la Historia tras conocer qué sucedió durante la I Guerra Mundial. Y en los hechos históricos he encontrado el mejor caldo de cultivo para mi ficción protagonizada por un miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA). No ha sido nada buscado con premeditación, sino un chispazo gracias al cual la novela se abrió camino sola.

Cubierta de El último nazi irlanés


¿Cómo y dónde se deben de leer tus libros?
No soy quién para dar órdenes ni recomendaciones a los lectores, de igual modo que no me gusta que los demás me digan cómo debo y dónde he de leer (ni escribir). Lógicamente, un libro se puede leer en un lugar ruidoso y quedarse sólo en nivel de lectura, sin comprender ni aprehender el contenido, bien de mi poemario ‘Los versos del destierro’ o bien de mi novela ‘El último nazi irlandés’. O se puede elegir un lugar silencioso en el que disfrutar de la lectura. Yo prefiero la segunda opción, pero cada lector es un mundo y a cada uno corresponde la elección de qué leer y cómo leer. No tengo ningún tipo de autoridad moral o ética para decirle a nadie cómo y dónde leer, ni mis obras ni de las de nadie. En el tren, en casa, en la calle, en un avión, en un parque… donde cada uno quiera.

¿Tus historias tienen un trasfondo social? O por el contrario ¿Te gusta crear el fondo de la historia? 
Eso depende, en las obras que he escrito hasta ahora (individuales o colectivas) de si la historia es un narración histórica o no. En el caso de la narración histórica, tomo el contexto histórico para crear historias ficticias que camine en ambos sentidos: tiene que haber un trasfondo social necesariamente porque están ambientadas en un periodo histórico real, y al mismo tiempo, teniendo el contexto, construyo una historia nueva con un trasfondo inventado. Pero estando en los dos lados: lo real y lo ficticio, influyéndose mutuamente.
En el caso de la novela ‘El último nazi irlandés’, ambientada en Éire durante la II Guerra Mundial, el trasfondo social de la guerra, el nazismo, la lucha entre democracias y totalitarismos, el nacionalismo independentista de Éire, los atentados del IRA… son reales. Por eso, el fondo de mi historia, aunque sea ficticio, está impregnado en lo real de tal forma que he creado personajes con psicologías, miedos, metas, luchas internas… que no ocurrieron en realidad, pero que son verosímiles, creíbles.
Ahí radica la magia y el éxito de la novela histórica, creo, como tipo de novela. En crear ficción en una época real de tal manera que el lector lo vea creíble, verosímil, porque si no estaríamos hablando de ciencia-ficción, que es otro género distinto. Y es imposible escribir una buena novela histórica sin que el trasfondo histórico no esté unido al propio trasfondo ficticio, ya que lo ficticio nace de lo real. La mezcla se produce mejor cuanta más calidad literaria tenga la obra, máxime si el proceso de documentación ha sido profundo. El escritor sabe separar lo ficticio de lo real; el lector tendrá que averiguarlo con tiempo y ganas si desea ahondar en la historia e investigar, como hice yo tras leer ‘El sueño del celta’ de Mario Vargas Llosa.
En otras de mis obras literarias es distinto. En un relato de misterio titulado ‘Latidos’ (incluido en la antología de Playa de Ákaba homenaje a Edgar Allan Poe) no me he basado en ningún acontecimiento real, es pura ficción, pero sí basado en una experiencia vital del escritor Lorenzo Silva haciendo una visita a un hospital, tal y como él mismo contó en una comida durante la celebración de unas jornadas literarias. Por lo tanto, ahí sí creo un trasfondo propio, que no se alimenta de nada real porque no es un relato histórico.
Pero en mi poemario ‘Los versos del destierro’, por ejemplo, juego con una historia ficticia narrada en primera persona basada en sentimientos y situaciones que he podido vivir yo mismo o que cualquier persona pueda haber sentido en sus carnes. Y quien lea el poemario lo entenderá. Este poemario es una narración ficticia, un diario poético, pero muy real en cuanto a los sentimientos que expresa el poeta y que cualquier ser humano ha podido sentir en el pasado, puede sentir en el presente o lo puede hacer en el futuro.

Tus personajes cobran vida. ¿Te llegan a influir, de alguna manera, en tu vida personal?
No me influyen los personajes que creo, porque los he creado yo, ellos no me han creado a mí. Puedo darles características que yo tengo, pero no es una relación bidireccional. Una vez creados, ahí están, para que sean los lectores quienes se encuentren con ellos.

¿Y después del último libro, qué proyectos hay?
Después de publicar a comienzos de este 2017 mi primera novela, ‘El último nazi irlandés’, tengo dos proyectos en marcha que no sé cuándo voy a culminar: un libro de relatos y un poemario. Además de participar en algunas antologías de Playa de Ákaba cuando el tema dado me interese y me inspire.

¿Qué novela de las que hay escritas te hubiese gustado escribir y por qué?
Podría nombrar muchas novelas que me han encantado, pero voy a elegir tres porque me parecen perfectas: ‘El Quijote’, ‘Guerra y paz’ y ‘Los miserables’. ¿Por qué? En mi opinión, son tres de las mejores novelas que se han escrito y a todo escritor le gustaría escribir Obras Maestras, con mayúsculas, como son las citadas.
    
¿Cómo escritor, cómo ves el panorama literario español?
Bueno, teniendo en cuenta que soy un escritor novel que empieza a andar su camino muy poco a poco, sin saber si este es el inicio de un largo recorrido, o el inicio y final porque ya no hay más por delante, mi opinión hay que tratarla como la de un novato en el mundo de la literatura española.
La literatura, y la cultura en general, tienen un estado de salud bueno y malo al mismo tiempo. Hay decenas de miles de nuevas publicaciones cada año, lo que indica que hay miles de escritores que publican y cientos o miles de editoriales vivas, y en paralelo hay encuestas publicadas en los medios de comunicación que indican que un 40% de los españoles no ha leído ningún libro en el último año (información publicada en el diario El Mundo en julio del año 2016, según los datos obtenidos de un Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas). Eso indica que hay niveles muy altos de desinterés por la lectura, a la vez que muchas personas leen muchos libros.
¿Sería arriesgado decir que en España no hay una “clase media” de lectores, es decir, lectores que lean un número medio y decente de libros al año, y que sí existen los dos extremos: quienes leen muchos, decenas de libros al año, y quienes no leen ninguno? Parece ser que no sería arriesgado si el Barómetro del CIS mencionado antes es fiable.
Lo que sí es cierto es que la literatura, la cultura y la inteligencia están menospreciadas en España. Que hasta un 40% de españoles reconozcan que no leen ningún libro al año quiere decir dos cosas: una, que no leen nada, que no valoran el trabajo de los escritores como narradores de historia que sí, que son ficticias, pero todas conectadas con la realidad de las que se pueden y se obtienen conclusiones vitales importantes sobre cómo ver el mundo y cómo afrontar la vida, la muerte, el amor, la libertad… y dos, que además de no tener el más mínimo interés, no tienen problemas en reconocerlo. Porque sería muy fácil mentir y decir “he leído 8 libros el último año” y, al menos, dar un par de títulos que se hayan escuchado en las noticias.
Al mismo tiempo que existen personas que, haciendo uso de la libertad, deciden no leer ningún libro, muchos nos dedicamos a leer mucho y a escribir mucho. Creo que España es un país de extremos en muchos sentidos (incluido el de la política), y el de la literatura/cultura es uno de ellos.
Además de todo esto, es imposible fijarse en que no hay una política cultural decente en España. Y casi me atrevo a decir directamente que no hay una política cultural. La cultura se menosprecia también desde el Gobierno y si quienes tienen que dar un impulso para que la sociedad sea culta y crítica no lo hacen (porque al poder le conviene tener borregos adiestrados y no ciudadanos críticos), la cultura no desaparece, pero sí sufre mucho. Porque quien no apoya la cultura, no apoyará a quienes la sacan adelante, la crean y la fomentan.
No valen sólo premios literarios un par de días al año haciendo mucho ruido (el Cervantes, el Nadal, el Planeta…) y que haya vacío el resto del año. Hay que hacer cultura todos los días y un país sano es un país en el que el poder político fomenta la cultura, la lectura y la ciudadanía libre y crítica. Y España no es un país sano, ni en ese ni en otros muchos sentidos.


¿Y cuando estás, de alguna forma, dentro de una gran editorial como es Playa de Ákaba, se ve el panorama de otra forma?
Visto desde el interior de una editorial, en mi papel de colaborador de Playa de Ákaba (sin tomar decisiones editoriales ni empresariales, sino a nivel de comunicación, difusión y presentación de libros), se consolida la opinión dicha anteriormente con la experiencia del día a día. Conozco a personas que leen muchos libros al año, la dificultad que supone vender para autores noveles más allá del círculo familiares-amigos-conocidos…
Playa de Ákaba es una editorial que trabaja mucho por los autores, en la que se intenta dar facilidades a quienes quieren publicar, sin poder publicar tampoco a todo el mundo porque es inviable. Es un trabajo muy laborioso, en el que no se puede estar estático ningún día para intentar sobrevivir en el ámbito cultural. Y lo mismo sucede, seguro, con editoriales de tamaño similar, pero del resto no puede hablar, y tampoco puedo hacerlo en profundidad sobre Playa de Ákaba, porque mis funciones y conocimientos tienen un límite: el de mi trabajo de comunicación, difusión de obras y presentaciones.
Abrirse paso en el mercado editorial español es muy difícil, la supervivencia cuesta mucho trabajo, eso es algo que sé por Playa de Ákaba y por el contacto con la otra editorial que me ha publicado una obra, PiEdiciones. Trabajo diario, tesón, constancia… esa es la clave, además de dar con buenos autores que tengan algo que contar y sepan cómo hacerlo para despertar el interés de los lectores, que antes de comprar un libro de un escritor/a desconocido/a, lo lógico es que compren las obras de Ken Follet, JK Rowling, Ildefonso Falcones, Antonio Muñoz Molina, Matilde Asensi, Eduardo Mendoza, Fernando Aramburu, Arturo Pérez Reverte…
Pero igual que digo que, personalmente, mi meta es abrirme un camino en la literatura sin que mi éxito, si llega, signifique el fracaso de los demás, los lectores saben o deben saber que comprar un libro de un súper ventas, un best-seller, no significa que no puedan comprar libros poco conocidos de autores con poco renombre. Es más, hay que leer de todo, porque la buena literatura no está en manos de unos pocos escritores. Hasta hay que leer mala literatura para saber discernir qué merece la pena y qué no merece la pena leer, para tener una opinión fundamentada en hechos y no en prejuicios.

Desde tu ya dilatada experiencia en el mundo editorial, ¿notas el apoyo de las instituciones a la cultura en general y a la literatura en particular?
En esta cuestión, y sin que mi experiencia en el mundo editorial sea tan dilatada (llevo un año colaborando con Playa de Ákaba), pero gracias por el tono de la pregunta, me remito en parte a mi respuesta sobre cómo veo el panorama literario español. Las altas instituciones del Estado no apoyan la cultura y la literatura como deberían hacerlo, no hay una defensa firme. No hay una política cultural decente. O por lo menos yo no la detecto. A niveles autonómicos, provinciales y municipales es distinto, cuanto más amplio es el espectro, más difícil es tener una buena opinión sólida basada en el conocimiento de todos los actores y factores.
Personalmente, conozco casos de actividades culturales fomentadas y promovidas desde ayuntamientos, como son el caso de Getafe o Torrejón de Ardoz, localidades de la Comunidad de Madrid. Mientras que en Alcalá de Henares veo un “pasotismo” casi absoluto por parte del ayuntamiento. Hay algunas iniciativas, claro. ¿Pero la defensa de la cultura, una política cultural municipal en Alcalá, de verdad? No lo veo, y lo lamento. Me duele mucho el estado en el que se encuentra Alcalá de Henares, no sólo a nivel empresarial-económico, sino también cultural. Se fomenta y se permite mucho más que los bares y terrazas invadan las calles céntricas con las mesas y las sillas, perjudicando a quienes intentan andar por la Calle Mayor, que la actividad cultural, que es fundamental.
No es que haya que apoyar “x” para perjudicar a “y”, se puede y se debe ayudar cualquier tipo de actividad que sea por el bien común. Pero en Alcalá se favorece mucho más a la hostelería de bares y terrazas que a la cultura.

Y para terminar esta primera fase: una recomendación a los lectores, que seguro leerán esta entrevista.
Recomiendo que lean: buena o mala literatura, lo que sea, primero hay que leer y después opinar sobre si la literatura elegida es buena o mala. Libros de 1.000 páginas o de 150. De autores/as españoles o extranjeros, vivos o muertos, eso da igual. Un lector es lector porque lee con asiduidad, porque le interesa lo que los escritores inventan. Siendo lectores con el paso del tiempo podrán tener un bagaje cultural más amplio que el que poseen ahora y podrán ir discriminando unas lecturas en favor de otras, conociendo mejor el mundo o al menos teniendo más visiones, que completarán, reforzarán o cambiarán la que tengan.

En esta segunda parte de la entrevista, me gustaría tocar el plano personal, para que te conozcan un poco más tus lectores.
¿Cuándo y dónde escribes?
Tengo dos lugares preferidos para escribir, y también para leer: la habitación de mi casa, en silencio si puedo o escuchando en el ordenador música relajante. O en la biblioteca de mi ciudad, la BPM Cardenal Cisneros. En estos dos lugares es donde tengo la tranquilidad que necesito para mi relación con la literatura. Pero igualmente, también leo en los medios de transporte (tren y Metro) cuando estoy trabajando y tengo que moverme en transporte público. Aunque en estos tránsitos leo más noticias, información o revistas, en lugar de libros. Y no escribo en medios de transporte, como mucho puedo tomar alguna nota si observando la realidad tengo un chispazo de inspiración, si me llega alguna idea que luego intento convertir en una narración.
    
¿Tienes manías a la hora de escribir, como algunos escritores?
No sé si tengo manías o son sólo costumbres. Como he respondido en la pregunta anterior, me gusta o escribir en silencio o con música relajante, tanto en mi habitación como en la biblioteca: esto se puede entender como manía o como costumbre, depende de quién opine. No tengo un bolígrafo preferido cuando escribo a mano. Me da igual escribir en folios o en cuadernos cuadriculados. No tengo un tipo de letra o tamaño de letra preferidos en Microsoft Word… Creo que manías como tales no tengo, pero a lo mejor sí y no me doy cuenta.

¿Existe el folio en blanco?
Por supuesto que sí. Cuando la idea se materializa enseguida, no hay problema y eres feliz como escritor porque lo que has pensado funciona y al menos lo terminas, aunque sea malo, lo revises y termines borrándolo porque no te ha gustado cómo lo has escrito. Pero claro que he tenido momentos en los que me ha surgido una idea, he comenzado a escribir y a la cuarta o quinta línea, tanto en narrativa como en poesía, he tenido que parar porque el globo se ha desinflado, he borrado lo escrito y adiós.
Lo importante es tener tesón, insistir, darle una vuelta a la idea porque quizás es buena cambiando un detalle, ambientando la historia en otro lugar, cambiando la psicología del personaje, haciendo que sea mujer en lugar de hombre, o viceversa… En algún momento, una buena idea va a surgir y hay que aprovecharlo, tomar nota, hacer un borrador, una lista de ideas, un borrador, una cronología… y cuando haya tiempo y tranquilidad, ponerse a ello sin prisas, sin pensar en la meta antes de andar el camino.

¿Qué le pedirías a una editorial que no te haya dado ya?
Me temo que no estoy en disposición de pedirle nada a ninguna editorial. El día que tenga la suficiente fama como consecuencia del éxito de mis libros, si ese día llega, a lo mejor sí puedo pedir y poner condiciones a una editorial porque si esa editorial “x” no me da lo que pido, otra “y” sí lo hará.
No, actualmente no pido absolutamente nada más que respeto por mis obras como por cualquier otra e intentar, tanto por parte de la editorial como por la mía, darle la máxima difusión que podamos para que llegue al público más amplio posible.

Eres un escritor publicado. ¿Entrarías en el mundo de la autopublicación?
Sí, para mí no supondría un paso atrás recurrir a la autopublicación. Si tuviera un proyecto literario que pudiera autopublicar, lo haría.


Eres escritor de una novela con una fuerte carga social, o al menos entroncas tus personajes en esa temática.  ¿Te has planteado escribir sobre otro género?
La carga social de la novela viene dada por la época, el lugar y la psicología y actos del personaje principal, David O’Connor. Una novela sobre la II Guerra Mundial, a mi parecer, debe abarcar binomios como la guerra y la paz, el amor y el odio, la venganza y el perdón, la libertad y la vida como prisionero o encerrado… y plantear cuestiones humanísticas y filosóficas de calado, con las que el lector el lector se sienta identificado. Y que incluso se pueda identificar con el propio protagonista, pese a ser terrorista, en el caso de mi novela. Porque en la novela, David O’Connor sufre, y su sufrimiento es uno de los factores que incluyo para hacer que el lector se pregunte y recapacite, por ejemplo, sobre si merece sufrir tanto o si incluso siendo un personaje que encarna el mal, no lo merece.
Por otro lado, no me planteo escribir novelas únicamente de género histórico ni con fuerte carga social de temas como los mencionados (libertad, amor, odio, venganza…). Esta primera ha surgido así, pero de cara al futuro seguro que habrá algunos cambios. De hecho, mi siguiente proyecto narrativo que tengo en marcha es un libro de relatos en el que toco más teclas del piano, por decirlo de alguna manera, con relatos de humor absurdo, por ejemplo.

Es la pregunta del millón, pero… ¿A tu juicio, que debe tener un libro para que enganche al lector?
Creo que debe tener varias cosas: estar bien escrito, ser entretenido, con un lenguaje fácilmente comprensible y no enrevesado ni demasiado culto (sin caer en lo soez). Un libro es un ejercicio de comunicación y si el receptor (el lector) no lo entiende, el emisor (el escritor) ha cometido un error. Además de cuestiones meramente gramaticales o sintácticas, creo que un libro debe calar en la memoria y en la conciencia del lector para engancharle más allá de mantenerle entretenido.
Una cuestión fundamental es que el lector se sienta identificado, al menos, con uno de los personajes. O que sienta sentimientos encontrados con los protagonistas: que le caigan tan mal que quiera que mueran, o que sienta lástima si les ocurre algo malo, que sea empático con unos y que, si quiere y la historia está tan bien escrita que llega a este punto, hasta que los odie o los ame.
Ahí radica el éxito de un libro, aunque no sea un best-seller: la identificación lector-personajes, que se planteen situaciones que tengan algún tipo de aprendizaje, de mensaje sobre la vida, la muerte, el perdón… y que el lector piense que las vivencias narradas en el libro son verosímiles y extrapolables a situaciones de la vida real. Si no hay identificación, ni aprendizaje, ni empatía/simpatía/odio, no hay conexión en el trío escritor-libro-lector y algo habrá fallado en el libro porque no se ha conectado.
Eso no significa que el autor debe enseñar a vivir a los lectores, ni intentar ser uno de los denominados “coaches”, un término y un tipo de “entrenadores vitales” que no me gustan nada. El escritor no puede ser una eminencia que imponga la moral, la ética o la razón a los lectores, no debe creerse un Ser Superior con la capacidad de dar lecciones de vida. Pero una buena novela siempre muestra una visión sobre el mundo nueva para el lector y de ahí, cada lector sí puede sacar conclusiones. Si un libro consigue que el lector se plantee cuestiones sobre su vida y la de los demás, provocar que reflexione sobre presencia en el mundo, ese libro será bueno.

¿Cuáles son en tu opinión, los tres libros que no deben faltar en una biblioteca?
Voy a mencionar tres distintos a los que he dicho en una pregunta anterior: ‘Hamlet’, ‘Cien años de soledad’ y ‘Un mundo feliz’. Son sólo tres de las decenas, centenares o miles de libros que un buen lector debe tener en su biblioteca personal ni qué decir tiene que una biblioteca, pública o privada, también.

¿Conoces la receta mágica para fomentar la lectura?
No tengo ni idea. Para mí la lectura y la escritura son algo tan pasional y visceral, en el mejor sentido de la palabra, que no sé cómo transmitirlo. A un adulto sé decirle por qué es bueno que lea (para ser crítico, para tener capacidad de pensamiento y reflexión, para tener visiones del mundo que no se las va a dar una persona de verdad, para ser más libre, para evitar ser engañado por los poderes con sus viles mentiras…), pero no sé cómo fomentar la lectura en los niños pequeños, los lectores del futuro. Los pedagogos, los maestros, los psicólogos… seguramente ellos tienen la respuesta, yo no.

Te dejo que cierres esta entrevista para que comentes cualquier cosa que no te haya planteado.
Lo único que creo que me falta por comentar, además de agradecer a Jimena Tierra el contacto con Miguel para la gestión de esta entrevista, es mencionar las librerías de Alcalá de Henares en las que se pueden comprar mis libros, así como incluir a continuación los enlaces de mi bitácora, ‘El blog literario de Jesús de Matías Batalla’
y de las web donde se pueden adquirir mis libros.
Físicamente, mi poemario ‘Los versos del destierro’ se vende en Domiduca Libreros (Plaza Padre Lecanda, 6) y mi novela ‘El último nazi irlandés’ en la Librería Diógenes (C/Ramón y Cajal, 1-4), Librería El Henar (Lope de Figueroa, 10) y en la Librería Mayor (C/Empecinado, 3).
Los siguientes son los enlaces a las web donde se pueden adquirir ambos libros:

Muchísimas gracias, Jesús, por haber querido compartir un rato, no conmigo, sino con todos tus lectores y seguidores, que habrán agradecido conocerte un poco más.




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