> Miguel Garví, escritor: CUENTO PARA DESPUÉS DE NAVIDAD

domingo, 10 de enero de 2016

CUENTO PARA DESPUÉS DE NAVIDAD

Érase una vez que se era, así arrancan todos los cuentos, un País que tenía muchos políticos, muchos, demasiados. Todos estos políticos eran unos personajes que se parecían mucho, aunque ellos decían, que somos de derechas, que somos de izquierdas, que no sabemos lo que somos... Unos se vestían con traje, corbata y hasta con gemelos en los puños de las camisas. Los otros, se vestían con pantalones vaqueros o de pana, que solían arrastrar por el suelo, camisas de cuello de tirilla y jerséis baratos, estos se llamaban así mismo "progres" y a los otros los llamaban "fachas". Las chicas de los primeros se vestían elegantes, las otras, desaliñadas, con el mismo corte de pelo y ese horrible flequillo, todas igual. Pero a todos les gustaba la misma cosa, un palacio que hay en Madrid y que se llama Moncloa. A los políticos de segunda fila les gusta unos palacios edificados sobre regios inmuebles, estos son los presidentes autonómicos, alguno, incluso, aspira a ser el primer presidente de la república independiente de su territorio.

Siempre pensando en suprimir prebendas, pero a todos les gusta el lujo, la ostentación, el coche oficial... que el pueblo les rinda pleitesía en forma de inclinación de cabeza, arrugarse ante ellos, que les tengan miedo, que supliquen algún favor... al final son niños tontos, mal educados y mal criados, pero con un diferencia, tienen poder. Poder para arruinar la vida a muchas personas, algunos, incluso, pueden ser peligrosos.

Un día se convocaron elecciones, sí esas a las que tu dentro de poco podrás participar. Se formó a la algarabía, los mítines, las fiestas, las promesas que saben no cumplirán, pero que le cuentan a un pueblo que ellos piensan no es muy listo. Se repartirán sonrisas y hasta caramelos para los niños y claveles para las señoras, en otros tiempos puros para los caballeros, eso ahora está mal visto.

Al final de la campaña electoral dejarán un día para que el pueblo reflexione y ellos descansarán, para emprender luego la ardua tarea de gobernarnos. Pero ese día, el de la reflexión, el pueblo reflexionó y se dio cuenta de que le estaban engañando, que no buscaban el bienestar de la gente, sino el suyo. Y todos, sí todos, se pusieron de acuerdo para el domingo, en España, siempre se vota en domingo, acudieron a las urnas con un sobre y lo depositaron cívicamente. Cuando se cerraron los colegios electorales y se procedió al recuento de los votos... ¡Oh! ¿Pero qué ha pasado? Todos los sobres no contenían ninguna papeleta. Los políticos se preguntaban como el populacho puede ser tan desagradecido, si solo deseamos su bien.

Fue el duro castigo a esos políticos que sin haber ganado unas elecciones gobiernan, sin que el pueblo los haya elegido.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Está claro que esto es un cuento y los cuentos son bonitos, maravillosos y casi siempre terminan bien y sus protagonistas son felices y hasta comen perdices.

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