Tras una anodina campaña electoral, luego de tener que repetir unas elecciones constituyentes por el fracaso de nuestros políticos, al no ser capaces de realizar el más mínimo esfuerzo en dialogar, fruto, sin duda, del egoísmo más enconado de cada uno de ellos. Hoy, el día después, el panorama poco ha cambiado. Sí, quizás, el retrato de cada partido y sobre todo de cada líder, es un poco más nítido.
Como cada día, mientras desayuno, me gusta oír una emisora de radio. En ella se entrevista a un político de segunda fila, un acólito palmero, no me quedé con su nombre y partido político, es igual, lo podría averiguar pero no quiero, todos son iguales. A lo largo de la entrevista, lo lógico hubiese sido, en primer lugar felicitar al partido ganador y acto seguido enumerar todas aquellas cosas que piensan hacer para mejorar la vida de los ciudadanos, sí, precisamente a esos que la semana pasada dijeron y prometieron que eran los más importantes, que sin ellos no tenía sentido la política y por los cuales se dejarían hasta el último suspiro para solucionarles todos sus problemas. La campaña ya pasó y se olvidaron de lo prometido, y no por sabido, seguimos cometiendo los mismos errores los votantes. Como decía, lejos de remangarse y ponerse a trabajar por el bien común, su único objetivo es hundir al PP y en concreto a su líder Mariano Rajoy. Nunca vi tanto odio y tanta inquina en querer acabar con algo o alguien. Odio es una palabra de profundo significado, pero eso es lo que sienten estas personas por el adversario político, lo cual demuestra su catadura moral, pero claro, es pedir peras al olmo. El "kilo" de político está cada día más barato en España y cualquiera puede serlo.
Apañados estamos.
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