Decía
mi admirado José Luis Sampedro que, “el miedo es más fuerte que el altruismo,
que la verdad”. El miedo hace que las personas no reaccionen, que sean
obedientes al palo que blande la persona que ejerce la fuerza.
Bien,
el pasado día 14 de agosto escribía un artículo titulado “Morir en España”. Se
refería este, a la tragedia ocurrida en Cuenca con el asesinato de dos jóvenes,
Laura y Marina, dos mujeres en la flor de la vida, que empezaban a vivir, a
saborear su devenir, cuando un presunto asesino, exnovio acababa con la vida de ambas
chicas.
Me
refería a la polémica surgida por la aprobación de la Ley que permite a los
jueces encarcelar a un monstruo de por vida. No es una cadena perpetua, como
hubiese sido lo lógico aplicar a una persona que no quiere vivir con el resto
de sus iguales, es alguien que ha decidido llevar una existencia aparte de la
sociedad, que no respeta sus leyes, ni le importa el bienestar de los que le
rodean y mucho menos el dolor que causan. Un personaje de esta calaña no puede
volver a salir a la calle, una vez cumplida una mínima condena. La mayoría, por
no decir todos, vuelven a delinquir y lo que es peor, a matar a un inocente.
Hacía
mención en este artículo a que el PSOE ha recurrido esta Ley. También y ya al
final del mismo retaba a Pedro Sánchez, hasta hoy Secretario General de la
formación política, a que se pusiese delante de las madres de Laura y Marina, o
de cualquier otra chica, chico, mujer, hombre, niño o niña y les dijese
mirándoles a los ojos, que el asesino tenía derecho a salir a la calle una vez
cumplida la condena, justificando tal atrocidad cometida como si fuese un
simple error, algo que sucedió.
Decía,
y me indigno con ello, que ya existen serias dudas en condenar a este presunto
culpable a la prisión permanente revisable. Tenemos hasta miedo de decir cadena perpetua revisable, sin duda no
es políticamente correcto, pero sí lo es, poner en la calle a un asesino que
volverá a matar pasados unos años.
Me
aposté con el Sr. Sánchez un pincho de tortilla y caña, y he ganado. Bromas
aparte, vuelvo al miedo que decía al principio. Se nos asusta con esa Ley para
que luego dejarla en agua de borrajas. Cuando le juzguen a él o a cualquier
otro y el caigan 20 años, dirá aliviado, menos mal, “solo han sido 20 años, que
con algún trabajillo en la cárcel, la buena conducta… se quedarán en 15 años y
cuando haya cumplido un tanto por ciento de la condena, saldré el libertad
condicional, solo tendré que ir a dormir al presidio”.
En
estos momentos me viene a la cabeza un rótulo que colgaba de las puertas de las
antiguas prisiones provinciales, tal vez alguien las recuerde: “Odia el delito
y compadece al delincuente”, esos rótulos creo que han desaparecido, pero han
quedado en la conciencia de los españoles, al menos de nuestros “queridos”
políticos. ¿Por qué razón vencen la balanza del lado del delincuente? ¿Por qué
lo compadecen? Por qué razón no se inclinan del lado de las víctimas? ¿Cuántas
veces tenemos oído a las asociaciones de víctimas del terrorismo pedir, pedir y
hasta suplicar ayuda y comprensión para con sus problemas ante la casta
gobernante, sea del color que sea?.
No
entiendo pues, por qué razón discutimos por algo tan elemental, que hasta un
niño de corta edad lo comprendería mejor que los mayores.
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